El sonido profundo y evocador del karnyx de Abraham Cupeiro que protagonizó los minutos previos al partido no dejó de sonar en el corazón de los jugadores del Celta toda la noche. A pesar del 0-2 (tan elevado con el Barcelona como injusto con los vigueses) no dejaron de sentir esa llamada a la guerra y a la defensa de la tierra para rescatar un punto y rozar en el descuento una remontada que habría puesto del revés a un Balaídos entregado y orgulloso de la fe con la que el Celta protege su destino.









